DE LA CIUDAD Y LAS GENTES DE MEDINA
Nos cuenta Tomás que la historia, y también algo de la leyenda, nos han dejado en grandes trazos sobre pergaminos y manuscritos, los acontecimientos destacados que en esta ciudad del centro de Las Merindades se sucedieron a lo largo de los siglos. Momentos en los que Medina alimentó, dio cobijo, protegió, ..., en definitiva, cuidó y defendió a sus gentes, quienes la daban vida, siempre que se lo pedían.
Gentes que la querían y que en ese devenir del tiempo dejaron su huella sobre la propia ciudad. Una huella que hoy es el orgullo y la honra de quienes hoy ocupan el lugar de aquellos hombres y mujeres que con su esfuerzo nos donaron para nuestro disfrute el Alcázar de los Condestables, el Arco de la Cadena, la Judería, la Muralla, el Monasterio de Santa Clara, la Puerta de Oriente, ..., un patrimonio ejemplar muestra de su importante significación histórica.
De bien nacido es ser agradecido, dice el refranero, y algo así le debió de pasar por la cabeza a nuestro portador cuando se propuso hacer una nueva petición a su ciudad, pero no una cualquiera, esta vez no tocaba pedir sino dar. Demostrar a la historia la gratitud por ser quienes somos y estar donde estamos. Necesito gente que abrace a Medina, pidió.
Y así, Tomás nos ha desvelado el Secreto: cuando la petición lo merece, la ciudad responde..., aunque, ¿estamos seguros de que es la ciudad? Está claro que no, la realidad es que es su gente la que siempre ha hecho grande a Medina.
Gracias a TOD@S, ¡¡GRACIAS POR ABRAZAR MEDINA!!
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